http://reportajes.wordpress.com/2007/01/21/victimas-con-pedigri/
21Ene07
Los veterinarios no dan abasto después de las fiestas navideñas. Las protectoras estiman que al menos uno de cada diez perros de raza que se han regalado por estas fechas padece ahora diarreas, vómitos, fiebre y otras enfermedades incubadas durante la cría y el transporte de los cachorros, importados de países del Este. Muchos morirán. Pero no acaba ahí el drama. En los próximos meses, perros aparentemente sanos comenzarán a manifestar síntomas de graves enfermedades hereditarias, como displasia o ceguera progresiva, que pondrán a sus dueños en la tesitura de llevarlos al quirófano y afrontar los gastos de operaciones que suponen desembolsos de más de 1000 euros. Reclamar a las tiendas es frustrante. A lo sumo, el vendedor suele ofrecer al comprador insatisfecho la posibilidad de cambiar a su mascota por otra, como si fuera un electrodoméstico defectuoso. Si se tiene en cuenta que estos perros cuestan unos 50 euros en el país de origen y se venden en España por precios que multiplican por diez y hasta por veinte ese valor, la tienda nunca pierde dinero por muchos cachorros que tenga que cambiar. Y además, los clientes, ya encariñados con sus cachorros, rara vez aceptan ese trueque.
Es un negocio suculento, pues en España seis de cada diez familias conviven con un animal doméstico y el 35% lo compra en tiendas, mientras que solo un 20% lo adopta en perreras, un 10% acude a criadores selectos y el resto se ventila entre particulares. Hungría, Eslovaquia y Chequia se han convertido en fábricas de producir cachorros de raza destinados al mercado español. Allí están ubicadas las más descomunales puppy mills (granjas de mascotas) europeas. A las hembras se las encierra en jaulas donde enlazan una preñez con la siguiente. Se cruzan ejemplares de la misma familia (padres con hijos, hermanos). Un incesto canino de proporciones industriales Cuando una raza se pone de moda, van a saco. Esta temporada se llevan los carlinos, los beagles y los frenchies (bulldog francés). Los cachorros, en ocasiones con microchips piratas, son transportados en camiones y en unas condiciones que ni los barcos negreros. Muchos llegan enfermos a las tiendas o desarrollarán enfermedades hereditarias a los pocos meses por culpa de la consanguinidad. Se venden por 500, 600 y hasta 1.200 euros cuando cuestan 50.
Los criadores responsables llaman con desprecio a esta industria al por mayor la maldición de los juntaperros, cuya falta de escrúpulos condena al sufrimiento a miles de animales y a sus descendientes. Y pone a los dueños en situaciones de enorme angustia y estrés emocional. Un criador que haga las cosas bien saca una camada al año y procura que solo críen los mejores ejemplares. “El pedigrí no es un árbol genealógico para conocer a los parientes de sangre azul, sino una garantía de características físicas y psíquicas, y de ausencia de taras genéticas. El problema es que en España se nos antoja una raza y la compramos en el primer sitio que se nos ocurre”, advierten en las protectoras, que estiman que el volumen anual del tráfico de mascotas del Este supera los 45.000 cachorros y que tres de cada diez mueren durante el trayecto, enfermos, extenuados, sedientos y cubiertos de parásitos, heces y orines. Los que sobreviven pueden llegar con moquillo o parvovirus y mucho no han sido vacunados contra la rabia.
Los juntaperros no son exclusivos de Europa oriental. Hace unos meses, el Servicio de Protección de
En los macrocriaderos del este de Europa, los cachorros son separados de su madre con un mes de vida. Con esa edad no se pueden vacunar, así que falsifican las cartillas veterinarias poniendo una edad mayor para poder venderlos en España. Esta separación temprana tiene otro efecto perverso: la falta de socialización, pues no han tenido contacto suficiente con su madre y hermanos. Los que sobrevivan pasarán su infancia en un escaparate. En el futuro pueden ser perros problemáticos. Y las modas pasan. Los hoy cotizados bulldogs empezarán a ser abandonados este verano, coincidiendo con las vacaciones. Y convivirán en las perreras con razas de las que ya nadie se encapricha, como el husky siberiano o el cocker spaniel. Y también con otras con gran predicamento, como el golden y el labrador, pero ya se ven tantos por la calle que han perdido glamour, víctimas colaterales de la producción a destajo.
Un problema similar al español lo vivió Estados Unidos hace una década. Y adquirió tintes de auténtica emergencia sanitaria nacional. Un estudio de
[2] TESTIMONIOS
Laura Escribano, Toledo
Charco, golden retriever con displasia de codo
“Compré a mi perro de manera inconsciente. No me informé de dónde debía adquirirlo, ni qué certificados pedir. Charco es húngaro, después de meses de reclamar en la tienda conseguí su pedigrí. Pero su pedigrí puede ser de cualquiera porque no tenía chip ni tatuaje. El chip me lo cobraron en el veterinario concertado por la tienda, donde te obligaban a poner las vacunas y pasar las revisiones. Es una práctica de muchas tiendas, que se desentienden, cuando hay problemas, si no acudes al veterinario que trabaja para ellos. A los cinco meses operamos a Charco de displasia de codo en una pata. A los siete, otra pata. No denuncié a la tienda porque me pagaron las operaciones, aunque no las cubría la garantía. Luego supe que tenían tantos casos similares que pagaban para ahorrarse denuncias. Después de aquello monté con otros amantes de esta raza una web (www.todogolden.com) para informar a la gente dónde comprar. Siempre a criadores responsables. Por desgracia, conocemos muchos casos de golden displásicos. Es una raza de moda y eso aumenta el riesgo de la crianza irresponsable. El negocio es muy jugoso”.
Noemí Estepa, Madrid
Asia, bóxer con estenosis de corazón
“Mi perra tiene tres años y padece una enfermedad del corazón congénita y hereditaria. Es incurable y acorta la vida del animal a la mitad. Mi historia es muy típica. Decidimos comprar un perro y empezamos a mirar precios. Vimos un anuncio de un supuesto criador de Navalcarnero que tenía varias camadas de diferentes razas. Fuimos, la compramos (sin factura) y nos la llevamos. Asia tenía 21 días solamente, sin destetar. Todo iba bien, así que pasado un mes decidimos comprar un bóxer macho y le volvimos a llamar. Cairo se llevaba un mes con Asia. Cuando Asia tenía seis meses empezó el calvario: un día, paseando por el parque, se desmayó. Fuimos al veterinario y nos recomendó a un cardiólogo, que hizo un estudio completo y muy caro de ambos perros. Diagnósticos: Asia, estenosis subaórtica; esperanza de vida, cinco años. Cairo: estenosis pulmonar grave, esperanza de vida: un año. La estenosis es un estrechamiento de una vena o arteria que provoca falta de riego sanguíneo. El cardiólogo nos dijo morirían súbitamente durante un desmayo. Es angustioso pasear por el parque y cada vez que Asia se desmaya pensar que va a ser la definitiva. Sospechamos que el criador estaba cruzando a las hembras con el macho portador del gen. Podíamos haber reclamado, pero ¿cual habría sido la solución? El vendedor nos habría cambiado los perros por unos sanos y los enfermos los habría intentado colocar a otras personas ilusionadas por un cachorrito. Y si no colaba, se hubiera deshecho de ellos por no ser aptos para el negocio”.
Jesús Amador del Olmo, Barcelona
Brina, dóberman con cataratas congénitas
“Yo compré una perra dóberman con pedigrí. Acudí a la clínica veterinaria de
Sandra Rodríguez y Gustavo Ramírez, Abrera (Barcelona)
Criadores modélicos de la raza golden
“Somos criadores de golden retriever, una de las razas con un gran número de casos de displasia. Llevamos unos seis años, ahora mismo tenemos en casa cuatro golden, un macho y tres hembras, solo hemos tenido una camada en todo este tiempo y nacieron tres cachorros vivos. Fue muy duro. La gente se pregunta, ¿una sola camada en seis años? Sí… Si quieres hacer las cosas bien. Nada de jaulas. Toda la casa llena de perros, pelos y correas… Primero compras tu primer perro, en nuestro caso Lua. La empiezas a llevar a exposiciones. Cuando tiene un año le haces las pruebas de displasia y de taras oculares (unos 170 euros) y si todo está correcto esperas a que tenga su tercer celo, a los dos años, para la primera camada. Tienes que elegir al macho que complemente a tu hembra. Y a lo mejor está a mil kilómetros de casa. Gastos de viaje y el pago de la monta, que ahora mismo está a unos mil euros, se quede o no preñada la perra. Nacen los cachorros y si todo va bien y la madre responde, perfecto, te limitas a vigilar y a limpiar. Si algo va mal tienes que darle el biberón cada tres horas a los cachorros, lo mismo si han nacido tres como si son once. Y esto es solo el principio. Luego hay que ir a exposiciones, adiestrar, estudiar el pedigrí… Por culpa de cuatro desgraciados pagamos los que hacemos las cosas bien. Teniendo en cuenta de la displasia es una enfermedad congénita nadie puede garantizar que los cachorros no puedan sufrirla, pero si se hace una control muy exhaustivo de los padres, el riesgo se reduce en un porcentaje muy importante.”
[3] APOYO
EL CRIADERO DE LOS HORRORES
Los criaban en jaulas, los vendían por internet y los enviaban al cliente por mensajería.
[4] FOTODIARIO
EL CALVARIO DE ZSAZSA
Susana Sánchez, fotógrafa de prensa, y su novio, Carlos Navarro, estudiante de ingeniería, ambos de 23 años, compraron a ZsaZsa, un cachorro de boyero de Berna, en una tienda de mascotas de la provincia de Murcia. Una perra preciosa de la que se enamoraron en cuanto la vieron en el escaparate. Precio: 475 euros. Y empezó el calvario. Un calvario por el que pasan cientos de dueños de perros cada año. Primera visita al veterinario: enfermedad del desarrollo, presuntamente por culpa del estrecho habitáculo donde estuvo metida hasta que la vendieron. Segunda visita: a pesar del tratamiento, la perra cojea. Más bien se arrastra, apoyándose únicamente en las patas delanteras, porque las de atrás son dos lamentables ramitas retorcidas. Le hacen radiografías. Diagnóstico: displasia de cadera. Hay que operarla (coste: 950 euros). Osteotomía triple. Cortar el hueso por tres sitios, insertar una placa y tornillos. Cuarenta días de reposo. Luego rehabilitación. Y hay que darle diariamente pastillas para el dolor. Y todavía le queda una operación idéntica y durísima (otros 950 euros). En la tienda aluden a la mala suerte. Y se ofrecen a cambiarle la perra por otra. Susana y Carlos no pueden creerlo. “¡Como si fuera un microondas!”. Preguntan qué pasa con los perros que devuelven. En la tienda le dicen que los envían a una ONG para que convivan con niños minusválidos. Preguntan qué ONG es ésa, pero no le responden. Tampoco se hacen cargo del coste de las operaciones, aludiendo a que está fuera de garantía (15 días, pero una displasia no se puede detectar hasta pasados más de seis meses) y a que no acudieron a la clínica que ellos le habían indicado, perteneciente al dueño de la tienda. Tampoco les dan el nombre del criador. Susana y Carlos indagan por su cuenta y se enteran de que la perra ha sido importada de Eslovaquia. “Pero los traemos en avión y en magníficas condiciones”, le replican. Ponen una reclamación en
[5] ENTREVISTA
Daniel Rojo,
Cirujano veterinario y profesor de anatomía de
¿Han aumentado las enfermedades hereditarias en los perros de raza?
Sí. Espectacularmente. Hablo desde la experiencia porque no hay estadísticas fiables. Hace trece años que soy veterinario y en este tiempo se han disparado.
¿Por qué?
El aumento de estas dolencias coincide con la importación la importación masiva de perros procedentes de países del este de Europa.
¿Cuáles son los problemas más frecuentes?
De todo tipo. Las razas asiáticas, como sharpei o akita inu tienen problemas oculares. Sus párpados crecen más de lo debido. Las displasias de codo y cadera están a la orden del día en las razas grandes. Hay razas que solo pueden nacer ya por cesárea.
¿Y la culpa?
La falta de control que hay en España sobre los criadores. Un criador responsable se preocupa. Si un perro le sale displásico lo esteriliza. Un vendedor que busca solo el negocio lo que quiere es el máximo número de camadas en el mínimo tiempo. No selecciona. Cruza lo que tiene.
¿Qué diferencia a un buen criador de alguien que solo busca el negocio?
El criador responsable merece un respeto porque mantiene la raza en perfectas condiciones. Hace radiografías a los cachorros, ecografías a las madres. El vendedor guiado por el ánimo de lucro juega con las ilusiones de los dueños y hace sufrir a los animales. Siempre te dice: ‘una displasia es mala suerte, los otros cachorros de la camada no tienen’. ¿No tienen? Muy bien, ¿y los padres?, ¿y los abuelos? Que un perro no la desarrolle no significa que no tenga el gen y pueda transmitirla, por eso es tan importante cortar de raíz los caminos de propagación genéticos. Y en España no se está haciendo.
No obstante, para un veterinario tanta enfermedad le asegura el trabajo…
Me da coraje operar una displasia. Amo la cirugía, pero la cirugía resolutiva. Un perro que se rompe una pata. Una displasia es una operación evitable si se ataja el gen. Este mes llevo cinco operadas.
¿Hay solución?
Sí. Imitar a Alemania. El club del pastor alemán se empeñó en erradicar el problema, identificando a todos los criadores. Si tú quieres criar, debes ganarte ese derecho. Un particular no puede hacerlo. Ningún perro puede tener descendencia si el club del pastor alemán no certifica, con radiografías, que es apto. En España cualquiera cruza a sus perros, si quiere, y vende los cachorros.
[6] LISTADO
ENFERMEDADES GENÉTICAS CANINAS MÁS FRECUENTES
Bulldog francés e inglés: paladar hendido (cuando son amamantados, la leche va a los pulmones y mueren varios en cada camada). La cabeza es tan grande que los partos son por cesárea (1000 euros). Problemas respiratorios, ronquera.
Pastores alemanes: displasia de codo y cadera. Hay que hacer radiografías y enviarlas a Alemania.
Labradores: enanismo.
Collies: el 10% se queda ciego.
Dálmatas: sordera.
Cocker spaniels: tienen malas pulgas (su temperamento ha empeorado en las últimas décadas) y muchos dueños se hartan de ellos.
Gran danés: problemas de corazón.
Sharpeis: cáncer de piel y problemas oculares.
Golden retriever, displasia, a los siete meses conviene hacerles una radiografía.
Rotweiller: aumento desproporcionado de la cabeza porque los criadores han favorecido en los cruces a los de cráneo más voluminoso.
Yorkshire: problemas de mandíbula y rótula, enanismo, hidrocefalia.
[6] RECOMENDACIONES PRÁCTICAS
DÓNDE ACUDIR SI LE VENDEN UN PERRO ENFERMO
“Lo mejor es ir al juzgado y presentar una denuncia por estafa”. Así de contundente es Matilde Cubillo, presidenta de Amnistía Animal de Madrid y experta en legislación sobre protección animal. “Todo el mundo se lava las manos porque la legislación varía de una comunidad autónoma, y las leyes europeas tiene lagunas en el tema del transporte de animales, por eso hay que ir a por todas”. Por lo general, comerciantes y clientes suelen llegar a un acuerdo amistoso. Si no, habrá que pedir la hoja de reclamaciones. Pero no es vinculante. Tampoco el arbitraje de consumo. Entre las herramientas jurídicas, la ley de protección y defensa de los animales de compañía dicta que los establecimientos deberán vender a los animales “libres de toda enfermedad”. Y la existencia de un servicio veterinario dependiente del establecimiento (práctica muy extendida entre las tiendas españolas) que otorgue certificados de salud, “no eximirá al vendedor de responsabilidad ante enfermedades en incubación no detectadas en el momento de la venta”. Además, el artículo 1484 del Código Civil estipula que “el vendedor estará obligado al saneamiento por los defectos ocultos que tuviere la cosa vendida, si la hacen impropia para el uso a que se la destina, o si disminuyen de tal modo este uso que, de haberlos conocido el comprador, no la habría adquirido o habría dado menos precio por ella”.
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