Por: M.V.Z. Francisco Núñez González
Soy un rescatador de animales, mi trabajo es asistir a las criaturas del Señor.
Nací con la actitud de ayudar a cubrir sus necesidades.
Adopto nuevos miembros de mi familia sin un plan, pensamiento o selección.
He comprado alimentos para perros con mis últimos centavos.
He acariciado una cabeza con sarna con mis manos desnudas.
He abrazado a alguien mal oliente, mugroso y asustado.
Me he enamorado miles de veces y he llorado sobre un cuerpo sin vida.
Tengo animales amigos y amigos de los animales.
No uso a menudo la palabra "mascota".
Veo a los animales perdidos o vagabundos a la orilla del camino y me duele el corazón.
Llevaría conmigo a un ratoncito o me haría amiga de un buitre.
No conozco a ninguna criatura que no merezca que yo le dedique mi tiempo.
Quisiera vivir para siempre si no hay animales en el cielo.
Aunque creo finalmente que SÍ los hay.
¿Por qué Dios hará algo tan perfecto para luego dejarlo de lado?
Nosotros podemos hacer los amos de los animales, pero los animales se han superado a sí mismos; algo que la gente no ha logrado.
La guerra y los abusos me duelen, pero algún rescate en las noticias me da esperanzas por la humanidad.
Somos un ejército silencioso pero determinado, que hacemos la diferencia cada día.
No hay nada más necesario que darle calor a un huérfano.
Nada más regocijante que salvar una vida.
Ni reconocimiento más grande que verlos mejorar.
No hay alegría más grande de ver a un bebé animal jugar.
El mismo que hace algunos días estaba tan débil para comer.
Rescato animales.
Mi trabajo nunca termina.
Mi casa nunca está en silencio.
Mi billetera está siempre vacía.
Pero mi corazón está siempre lleno.
En el juego de la vida. ¡Nosotros ya hemos ganado!
Annette King.
http://www.elsiglodetorreon.com.mx/noticia/378783.pequenas-especies-confesiones-de-una-rescatad.html
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