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Un vecino de Abegondo,municipio de La Coruña, será procesado el próximo dia 10 de Junio, acusado de maltrato animal, tras castrar a un caballo atándolo a un arbol
El hombre quería castrar a su caballo y buscó un árbol en lugar de un veterinario. Ató el animal y procedió. Le abrió los testículos con un bisturí, cogió el nervio con un hilo y cortó con tenazas de jardinero. Tal era el dolor y sufrimiento del percherón que ni las ataduras evitaron convulsiones tales que provocaron que se le saliesen parte de las tripas. Pero milagrosamente sobrevivió. Y su amo fue denunciado por intrusismo y maltrato animal. El fiscal pide para él una multa de 2.800 euros.El procesado, de 79 años, ocupará el próximo 10 de junio el banquillo de los acusados del Juzgado de lo Penal número cinco para responder por estos hechos. El fiscal afirma, en su escrito de calificación, que el hombre adquirió un caballo en marzo del 2007. El día 30 de aquel mes decidió que el animal tenía que ser castrado y acudió con él a un prado del lugar de Torreiro, en San Tirso de Mabegondo. Buscó un árbol, sujetó su cabeza y luego echó mano de unas cuerdas. Primero, juntó sus patas delanteras y una de las traseras y las ató, tirando de la cuerda con el enganche del remolque de su coche con la intención de tensar el cordón. Luego usó otra cuerda para la cola y la pata trasera que quedaba libre.
Afirma la acusación que una vez que el animal no podía ni mover un músculo, le inyectó un medicamento de uso veterinario que se encontraba caducado. Posteriormente, procedió a cortar la piel de los testículos usando un bisturí metálico sin más esterilización que la que podía haber en su propio bolsillo.
Luego, ató el nervio de un testículo con un hilo y realizó el corte con unas tenazas de jardinero, para posteriormente administrarle en la zona de la intervención un antibiótico y suero antitetánico.
Durante la intervención quirúrgica el caballo se encontraba con la barriga abierta a la altura de los testículos, al tiempo que el procesado tensaba la cuerda que sujetaba al animal tirando de ella con su propio vehículo. Afirma el fiscal que el caballo, «ante el sufrimiento que estaba padeciendo, realizaba movimientos bruscos, echando al exterior parte de las tripas».
El hombre, recuerda la acusación pública, realizó tal intervención sin tener ningún tipo de titulación oficial de veterinaria. Además, practicó tal actuación sin las mínimas condiciones de sanidad y bienestar animal, provocándolo no solo un gran sufrimiento por las condiciones en que se llevó a cabo la actuación, sino también el corte de la castración en el escroto.
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