- • Los biólogos piden extremar la distancia de seguridad en época de migración
- • El gran cetáceo quedó anclado en la proa y fue arrastrado durante varias millas
- El rorcual, en el puerto de Barcelona. Foto: ACS / CRAM
BARCELONA
Un rorcual común de 20 metros de largo falleció el pasado jueves tras ser embestido por un carguero surcoreano que navegaba por aguas próximas a la ciudad de Barcelona. El gran cetáceo quedó enganchado en la proa del barco y fue arrastrado durante seis millas hasta llegar al puerto en un estado lamentable, según explicaron varios testigos.
Debido al gran tamaño del animal, no pudo ser retirado del agua hasta el martes. «Estaba tan mal conservado que fue llevado a un vertedero. Ni se le pudo hacer la necropsia», lamenta Roger Valls, portavoz de la fundación CRAM, que es la entidad encargada del control de los cetáceos fallecidos en la costa catalana. Los biólogos del CRAM se presentaron en el muelle tras ser avisados por la autoridad portuaria
ESPECIE AMENAZADA / El rorcual común, que junto al cachalote es el único gran cetáceo que sobrevive en el Mediterráneo, está considerado una especie amenazada según la lista roja de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN). El rorcual se caracteriza por un sistema de pliegues que le permite hinchar la papada y filtrar el plancton y el krill.
«El gran tonelaje y la velocidad de los cargueros como el Hanjin Shipping --el buque implicado en el choque-- representan una seria amenaza para los cetáceos, especialmente en una zona de alta densidad de tráfico marítimo como es el Mediterráneo», prosigue el CRAM.
Según un real decreto en vigor desde el 2007, ante la proximidad de cetáceos se debe mantener un área de exclusión de 60 metros en la que no está permitida la entrada de embarcaciones. Como recuerda la fundación, «en el caso de encontrarse dentro del área de forma imprevista, se ha de poner el motor en punto muerto y, si es necesario, se tiene que parar». También está prohibido el uso dentro de la zona de métodos acústicos como el sónar o la sonda.
La ley delimita también una zona restringida de 300 metros donde no puede haber más de dos embarcaciones y donde las maniobras nunca se han de realizar por delante o por detrás de la trayectoria del animal. Además, está prohibido el paso si se detecta la presencia de crías. Según el CRAM, lo habitual es que estas normas se incumplan.
La presencia de los rorcuales frente a las costas catalanas es habitual entre los meses de marzo y junio, cuando llevan cabo la migración hacia el mar de Liguria, en el noroeste del Mediterráneo.
Fuente: El Periódico
No hay comentarios:
Publicar un comentario