Una ballena minke y otra que parece ser su cría, en un barco japonés. Foto: AP / SERVICIO DE ADUANAS AUSTRALIANO
JORDI JUSTE
TOKIO
El Periódico 8/2/2008
El Gobierno australiano presentó ayer fotografías tomadas desde el barco Ocean Viking, de su servicio de aduanas, que demuestran que la caza de ballenas que la flota japonesa lleva a cabo en el océano Antártico con el pretexto de la investigación científica es en realidad una práctica comercial que se realiza con gran sufrimiento de los mamíferos. En las imágenes puede verse a una gran ballena minke junto a otra de pequeño tamaño que parece ser su cría --las autoridades japonesas lo niegan-- cuando son arrastradas por la rampa de un ballenero japonés después de ser cazadas.
"Es angustioso cuando piensas que pueden pasar 15 minutos desde que el arpón impacta en la ballena hasta que el animal muere", declaró el ministro australiano de Medio Ambiente, Peter Garret, durante la presentación de las fotografías.
La reacción del Instituto de Investigación de los Cetáceos, organismo comisionado por el Gobierno nipón para la captura de ballenas supuestamente con fines científicos, no se hizo esperar: "Nuestro programa requiere muestras aleatorias de la población antártica y por eso habrá variedad de tamaños", afirmó el director del Instituto, Minoru Morimoto, que señaló que la pareja de ballenas que aparecen en las fotografías no son una madre y su cría y acusó a las autoridades australianas de emplear "propaganda emocional".
Hace 20 años, Japón abandonó oficialmente la caza comercial de ballenas pero siguió capturando especímenes con el pretexto de la investigación científica. Durante este tiempo la flota japonesa ha capturado más de 10.000 ejemplares y la carne del cetáceo sigue presente en supermercados y en restaurantes especializados, aunque dejó hace tiempo de ser una de las principales fuentes de proteínas del país a medida que aumentaba la captura de otras especies de pescados y crecía el consumo de carne de vaca y cerdo.
PATRIOTISMO
Una encuesta publicada ayer por el diario Asahi Shimbun revela que un 56% de los japoneses quieren que se pueda seguir comiendo carne de ballena. Esta posición tiene mucho de manifestación patriótica en un país que se muestra orgulloso de mantener sus tradiciones pero ha visto su papel en la escena política internacional reducido a ser un aliado obediente de EEUU.
El debate sobre la caza de ballenas se ha reavivado en las últimas semanas a partir del anuncio del plan japonés para cazar 50 ejemplares de ballenas jorobadas, una de las especies más apreciadas para la observación. El proyecto fue aplazado ante la oposición frontal del Gobierno australiano, que ahora vigila a los pesqueros nipones desde el Oceanic Viking con el fin de recabar pruebas que puedan ser presentadas ante un tribunal internacional.
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