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Esta noticia la recibí hace más de 3 años, desgraciadamente, no sólo no ha cambiado
la situación, sino que es un negocio en alza. Los que protegemos a los animales, estamos
sufriendo las conseqüencias muy gravemente. En la barra de la derecha, puedes ver un
enlace de una asociación a la que pertenezco y colaboro, que se dedica a atender y ayudar
a animales discapacitados y enfermos crónicos, os invito a visitar El Club de Kat, así se
llama, Veréis decenas de víctimas de este perverso e indecente tráfico de animales, bebés
yy no tan bebés desechados por estos personajes sin escrúpulos, o abandonados por sus
propietarios en
Traficantes indeseables
y propietarios, no
el momento que más les necesitan.
No contribuyas al engorde de sus bolsillos.
Adopta, no compres!
nalaiona
MACABRO TRÁFICO DE MASCOTAS
SON LOS otros «ilegales» que cruzan nuestras fronteras. Vienen en furgonetas clandestinas,
en las peores condiciones imaginables. Un 30% muere en la travesía.
Otros, a las pocas semanas de ser vendidos en España. Hablamos de perros traídos de
países del Este. Un gran negocio
PACO REGO
Ya en casa, Lolo se negó a comer. Ni las caricias de Aurora, que horas antes lo había
comprado para regalárselo a su hermana en su 11 cumpleaños, animaban al pequeño yorkshire
a que saliera de su letargo.
Nada extraño, pensó en principio la joven. Al fin y al cabo, era su primer día en casa
y hacía sólo mes y medio que el nuevo miembro de la familia -«muy deseado por todos»-
había abandonado el vientre materno en un criadero lejano de Hungría.
Además, tampoco había motivos para preocuparse demasiado, pues en la tienda
Multipez, situada en el centro comercial Plaza Norte de San Sebastián de los Reyes,
a las afueras de Madrid, le aseguraron que el animal, pese a la debilidad mostrada,
gozaba de buena salud. Nada más lejos de la realidad. Una semana después de llegar al
hogar de los Romero, el cachorro se vino abajo.
«Empezaron a darle espasmos cada vez más seguidos y violentos. Se quedaba sin aire,
con los ojos en blanco, como si estuviera muerto... Ya ni bebía. Era un puro hueso»,
recuerda Aurora Romero, al borde de las lágrimas. Hasta que un veterinario amigo,
al que habían llegado casos similares en estos últimos dos años, dio con los males
que el vendedor habría ocultado: úlceras en los ojos, infecciones intestinales, sarna,
hernia en los testículos... Lolo se salvó de milagro.
La suya no es una historia aislada. Cada año, unos 30.000 perros (muchos de ellos
sin vacunar, incluso de la rabia, y con infecciones contagiosas graves) entran en
el boyante mercado canino español desde países del Este. Madrid, Granada y Barcelona
son los principales destinos de los traficantes. El viaje, de unas 30 horas de
duración -generalmente desde Hungría, aunque también parten de
o de Rumanía- se realiza en las peores condiciones higiénicas imaginables. «Vienen hacinados
en furgonetas o en camiones, metidos en jaulas minúsculas sin luz, llenas de excrementos
y parásitos. Un 30% de los perros se muere en la travesía», asegura la presidenta de
Amnistía Animal, Matilde Cubillo. Enfermos y extenuados, los que sobreviven son colocados
en tiendas abiertas al público o adquiridos por revendedores sin escrúpulos que no dudan
en anunciarse como criadores en internet.
Es el penúltimo paso de un macabro y lucrativo negocio que, asegura a CRONICA una fuente
del Servicio de Protección de
con extenderse por toda la geografía nacional. «Tenemos abierta una operación para
identificar a las personas que están detrás de este negocio». Y más en época navideña,
cuando la demanda de mascotas se dispara. Un bóxer, por ejemplo, que en Hungría
le ha costado al traficante 60 euros, aquí puede venderse por 700, 900 o 1.000. Suma
muy exigua, la de 60 euros, si se compara con nuestro nivel de vida, pero que en aquel
país, como en los de su entorno, representa el salario mínimo de un un funcionario o
de un obrero.
CARRETERAS SECUNDARIAS
El viaje -con parada en la localidad francesa de Menton, cerca de la frontera con Italia,
donde la policía gala detuvo el pasado 20 de diciembre un camión procedente de Hungría
con 146 cachorros para el mercado español- suele hacerse preferentemente por
carreteras secundarias, por la noche y a salvo de controles. Lo que aún desconocen la
Guardia Civil y los agentes rurales de Cataluña (el equivalente al Seprona) es el recorrido
exacto y los lugares en los que los escurridizos mercaderes de perros húngaros descargan
una vez que ya han entrado en España. Cada transporte puede traer entre 400
y 1.000 ejemplares, en su mayoría menores de cuatro meses.
GRANJAS DE RABIA
«El drama es que muchos de estos cachorros tienen una esperanza de vida muy corta.
Se mueren a la semana o a los 15 días». Por las manos de Patricia Alfaro, veterinaria de
Madrid, han pasado numerosas víctimas del Este. «Los perros, además de traer
enfermedades hereditarias incurables, debido a que los cruzan de manera incontrolada
en la granjas húngaras, vienen con moquillo o parvovirus. Y, en muchos casos, ni siquiera
los de tres o cuatro meses han sido vacunados de la rabia, como exige la normativa
española. Son un peligro real y los dueños ni lo saben».
Tampoco Juan Ramón sabía que su carlino apenas le duraría 11 meses.
Como el de Aurora, la dueña del yorkshire Lolo, el suyo fue un calvario desde el comienzo.
Todo empezó en
tienda, que decía ser veterinario, me dijo que le diera antibióticos durante los cinco
primeros días. El tipo lo que quería era tapar los síntomas de una enfermedad mientras
el perro estaba en garantía. Así que dejamos de dárselos. Nos fuimos a un veterinario
de confianza y nos dijo que el carlino tenía los glóbulos rojos por los suelos y varias
infecciones. Nada de lo que nos había asegurado el de la tienda era verdad, ni siquiera el
chip del perro estaba dado de alta en España. Luego me enteré de que era de un país
del Este. Al final se nos murió con mucho sufrimiento».
Otra de las argucias que utilizan los vendedores para revalorizar los cachorros
importados consiste en hacerse con una perra con pedigrí y plantarse en
Sociedad Canina de España con una camada de la misma raza, asegurando que son de
la misma familia. Un requisito sencillo y barato que le da al comerciante la
posibilidad de vender sus perros sin papeles con un pedigrí que aumenta su precio en
unos 60 euros. Gato por liebre.
«La trampa», denuncia la presidenta de
Pilar del Cañizo, «es muy común, pues ni siquiera se comprueba si el ADN de los
perros se corresponde con el de la supuesta madre»... Y a forrarse.
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